Ubicada en plena zona residencial, la cárcel de mujeres de San Miguel convive con casas, negocios y paraderos. Mientras algunos vecinos se quejan por la inseguridad y el estigma, otros aseguran que su presencia ya es parte del paisaje.
Ubicada en plena zona residencial, la cárcel de mujeres de San Miguel convive con casas, negocios y paraderos. Mientras algunos vecinos se quejan por la inseguridad y el estigma, otros aseguran que su presencia ya es parte del paisaje.